El herpes zóster, también conocido como culebrilla, es una infección viral que puede afectar a cualquier persona que haya tenido varicela en el pasado. Esta enfermedad es causada por el virus varicela-zóster, el mismo virus que causa la varicela. Después de tener varicela, el virus permanece latente en el cuerpo y puede reactivarse años más tarde, causando el herpes zóster.
El herpes zóster es más común en personas mayores de 50 años y en aquellos con un sistema inmunológico debilitado. Sin embargo, puede ocurrir en cualquier persona que haya tenido varicela, sin importar la edad. El estrés y otros factores desencadenantes pueden activar el virus y causar el desarrollo del herpes zóster.
Síntomas del herpes zóster
El herpes zóster se caracteriza por la aparición de una erupción dolorosa en la piel. Esta erupción comienza como manchas rojas que se convierten en ampollas y se cubren de costras después de aproximadamente una semana. El sarpullido es generalmente acompañado de sensaciones de hormigueo, picazón y dolor en los nervios infectados. En algunos casos, el dolor puede comenzar antes de que aparezca el sarpullido.
Una señal distintiva del herpes zóster es que el sarpullido generalmente se presenta en un solo lado del cuerpo, ya sea en el lado izquierdo o derecho. Esto se debe a que el virus afecta a los nervios espinales que se extienden desde la médula espinal hacia ambos lados del cuerpo. Por lo tanto, el sarpullido se desarrolla en un área específica correspondiente al recorrido del nervio afectado.
Causas y transmisión del herpes zóster
El herpes zóster es causado por la reactivación del virus varicela-zóster en el cuerpo de una persona que ha tenido varicela en el pasado. Después de una infección de varicela, el virus se queda en el cuerpo y puede reactivarse más adelante en la vida, causando el herpes zóster. No se puede contraer el herpes zóster de otra persona que tenga la enfermedad.
Sin embargo, una persona que nunca ha tenido varicela o que no ha recibido la vacuna contra la varicela puede contraer varicela si entra en contacto con las ampollas del herpes zóster. Las ampollas contienen el virus varicela-zóster y pueden transmitir la enfermedad a personas susceptibles. Es importante destacar que una persona con varicela puede transmitir el virus de la varicela-zóster a otras personas, pero no el herpes zóster en sí.
Tratamiento y prevención del herpes zóster
El herpes zóster generalmente se resuelve por sí solo en una o dos semanas. Sin embargo, el tratamiento médico puede acelerar la recuperación y aliviar los síntomas. Los medicamentos antivirales pueden ser recetados para reducir la duración y gravedad del herpes zóster si se administran dentro de las primeras 72 horas desde el inicio del sarpullido.
Además del tratamiento antiviral, es importante mantener las ampollas limpias y evitar el contacto directo con ellas para prevenir la infección. Se pueden aplicar antisépticos tópicos para reducir el riesgo de infección en las ampollas.
En algunos casos, el herpes zóster puede dejar dolor residual en el área afectada, conocido como neuralgia postherpética. Este dolor puede ser intenso y debilitante, y puede requerir tratamiento adicional con analgésicos o medicamentos especializados para el dolor.
El herpes zóster es una infección viral que puede afectar a cualquier persona que haya tenido varicela en el pasado. Esta enfermedad causa una erupción dolorosa en la piel y puede estar acompañada de sensaciones de hormigueo y picazón. El herpes zóster se transmite a través del contacto con las ampollas de la enfermedad, pero no se puede transmitir de una persona a otra.
El tratamiento médico puede acelerar la recuperación y aliviar los síntomas del herpes zóster. Es importante buscar atención médica si se sospecha de esta enfermedad para obtener un diagnóstico adecuado y recibir el tratamiento adecuado.
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