La angustia es un concepto fundamental en el psicoanálisis de Sigmund Freud. Según sus formulaciones, la angustia puede ser entendida de dos maneras diferentes. En primera instancia, Freud consideraba que la angustia era simplemente una reacción a la frustración del orgasmo. Esto significa que la falta de satisfacción sexual, ya sea por prácticas como el coitus interruptus o por la abstinencia, podía generar angustia y, consecuentemente, neurosis de angustia.
Sin embargo, en una formulación posterior, Freud abandonó este modelo hidrodinámico y comenzó a considerar la angustia como una señal de alarma ante un peligro interno. De esta manera, la angustia desencadena defensas específicas en forma de síntomas neuróticos y defensas del carácter.
La angustia como agobio
En ocasiones, los pacientes angustiados describen sentirse agobiados. Esta sensación de agobio puede manifestarse como la incapacidad de moverse, respirar o desenvolverse. La angustia puede llegar a ser la fobia más incapacitante, generando miedo a estar solos o en lugares donde sería difícil pedir ayuda en caso de una emergencia repentina.
La agorafobia es un ejemplo de este tipo de angustia. Se caracteriza por el miedo a los transportes públicos, las multitudes, los ascensores, los túneles y estar lejos de casa. La agorafobia suele estar asociada al trastorno de angustia o trastorno de pánico, donde la ansiedad anticipatoria de sufrir una nueva crisis lleva a evitar situaciones que puedan desencadenarla. Es importante destacar que la agorafobia es más común en mujeres y suele acompañar a un trastorno de angustia, aunque también puede presentarse de forma aislada.
La angustia en las alucinaciones auditivas
En algunas enfermedades psiquiátricas, como la esquizofrenia, pueden presentarse alucinaciones auditivas. Sin embargo, en el caso de la angustia de Freud, las alucinaciones auditivas son diferentes. El paciente escucha dos o más voces que hablan sobre él, pero accidentalmente las escucha. Estas voces suelen ser desagradables y aterradoras, generando una gran angustia en el individuo.
Manifestaciones de la angustia
La palabra angustia proviene del latín angustus, que significa estrecho. La angustia patológica o neurótica puede manifestarse a través de síntomas somáticos, conductuales y subjetivos.
Los síntomas somáticos de la angustia pueden incluir taquicardia, palpitaciones, dolor precordial, palidez, accesos de calor, disnea, hiperventilación, suspiros, sensación de ahogo, opresión torácica, bolo esofágico, náuseas, vómitos, diarreas, entre otros.
A nivel conductual, la angustia puede manifestarse como inhibición o inquietud psicomotriz. El individuo puede tener dificultad para estar sentado, restregamiento de las manos, movimientos continuos, entre otros comportamientos.
A nivel subjetivo, la ansiedad se manifiesta a través del temor a volverse loco o morir, la sensación de esperar lo peor, dificultad para concentrarse y sobresaltos ante ruidos, entre otros.
Angustia en el psicoanálisis de Karen Horney
La psicoanalista Karen Horney utiliza el término angustia básica para referirse al temor del niño a la falta de aceptación por parte del ambiente. Esta angustia surge como resultado de la reacción de las personas ante la falta de aceptación y se manifiesta como una sensación de desamparo en un entorno hostil.
Angustia de castración y complejo de Edipo
En el psicoanálisis freudiano, la angustia de castración se presenta en los varones durante la etapa fálica del desarrollo, cuando se desarrolla el complejo de Edipo. Esta angustia lleva a abandonar las tendencias edípicas. En el caso de las niñas, el complejo de castración despierta el complejo de Edipo, llevando a la niña a volverse hacia el padre debido a la decepción por la falta de pene.
La angustia es un concepto central en el psicoanálisis de Freud. Se presenta de diferentes formas y puede manifestarse a través de síntomas somáticos, conductuales y subjetivos. Comprender la angustia y su origen es fundamental para abordar adecuadamente los trastornos relacionados con ella.
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